La vivienda, un ático en plena calle Fuencarral, tenía una terraza con unas zonas poco prácticas que no se usaban a penas. La clienta que vive sola, recibe a menudo la visita de su hijo con su familia que viven fuera, y necesitaba dos habitaciones, decidió entonces cubrir esa zona de la terraza, ganando dos minihabitaciones abiertas a un espacio común, consiguiendo una zona independiente para ellos y que cuando no hay invitados es una estupenda zona de estar y de trabajo, con unas vistas impresionantes de los tejados de Madrid.