Los dueños de esta vivienda unifamiliar en una prestigiosa urbanización de Madrid, querían ir poco a poco dando categoría a los espacios exteriores de su vivienda unifamiliar, que no estaban a la altura del espacio interior, ni del entorno en el que se encuentra, con espectaculares vistas al golf y a la Sierra. La intervención se dilató en el tiempo, desarrollándose por fases:
El primer encargo consistía en rehabilitar y ajardinar la zona de la piscina y construir una pérgola cenador en torno a ésta, con un cierto aire exótico.
Esta zona del jardín estaba un tanto desolada, la piscina se encontraba en medio de una pradera completamente plana, con un importante desnivel, mal resuelto en los extremos del jardín. La intención era dar importancia a la piscina con todo un conjunto paisajístico en torno a ella.
Para dar ese aspecto exótico, añadimos especies de hoja caduca, que cambiaran con las distintas estaciones, ya que se trataba del típico jardín de la sierra madrileña, de encinas y especies perennes, se intercaron especies autóctonas como las encinas preexistentes, se crearon zonas selváticas de especies exóticas como los bambúes, arces de varios tipos… y se trató de hacer una transición entre el jardín nuevo y el viejo, con grandes extensiones de sedum y crasas de 12 especies, pitosporum, nandinas, rincospernum, algún tamarindo y una catalpa.
Se cuidó espacialmente la iluminación, integrándola en la arquitectura y las plantas escogidas responden a las necesidades de los clientes.
El segundo encargo fue una escalera que sustituyera a la escalera de traviesas y cesped con las que se había resuelto el acceso principal a la vivienda, con una diferencia de cota de 4m. Planteamos una escalera compuesta por peldaños cuadrados grandes dispuestos de tal manera que obligaran al visitante a recorrerla con calma, para no darse cuenta del gran desnivel que estaban salvando.
La tercera intervención consistía en un mirador a la sierra y al campo de golf, planteamos un espacio de relax muy sutil, al final de una terraza de madera, rehundido en el suelo y ligeramente en voladizo hacia el campo, que recordara la sensación de ir en barco, que tanto les gusta a los dueños.
El desnivel de la parcela se suavizó con un despliegue de bancadas formadas por jardineras de acero y se prolongó con una extensa plataforma de madera en dos niveles, ligeramente elevada sobre el solárium de la piscina que es donde se sitúa el cenador. Consiguiéndose una perspectiva mejor desde la que observar la Sierra.
La forma de la piscina se mantuvo, pero se sustituyó el pavimento de alrededor y la albardilla por un solado de piedra Sierra Elvira al corte, ampliando la zona de solárium. Para suavizar la transición entre el solárium y la plataforma de madera se proyectó un murete de mallazo de acero y cantos rodados del color de la piedra.
La estructura del cenador se resolvió de la manera más liviana posible para cubrir la enorme luz, con acero tubular pintado. Sobre esta se colocó el toldo deslizante.
El mobiliario del cenador se integra en la propia plataforma de madera, de tal forma que un banco continuo se prolonga por el perímetro, como una bancada más, para ensancharse y convertirse en una cama de 3mx2m, en el centro aparece un mini jardín japonés a ras de suelo, con grava fina para poder rastrillarlo y cuatro arces miniatura. La mesa y la barbacoa se resuelven en chapón de acero barnizado de 20mm de espesor y el respaldo de la cama en chapa de acero plegada y barnizada.
Se cuidó espacialmente la iluminación, integrándola en la arquitectura, con los foquitos de los pilares diseñados para la ocasión, o las tiras de led ocultas que remarcan las líneas arquitectónicas y el mobiliario.
Las plantas escogidas responden a las necesidades de los clientes, intercalando especies autóctonas como las encinas preexistentes, se crearon zonas selváticas de especies exóticas como los bambúes, arces de varios tipos… y se trató de hacer una transición entre el jardín nuevo y el viejo, con grandes extensiones de sedum y crasas de 12 especies, pitosporum, nandinas, rincospernum, algún tamarindo y una catalpa
El primer encargo consistía en rehabilitar y ajardinar la zona de la piscina y construir una pérgola cenador en torno a ésta, con un cierto aire exótico.
Esta zona del jardín estaba un tanto desolada, la piscina se encontraba en medio de una pradera completamente plana, con un importante desnivel, mal resuelto en los extremos del jardín. La intención era dar importancia a la piscina con todo un conjunto paisajístico en torno a ella.
Para dar ese aspecto exótico, añadimos especies de hoja caduca, que cambiaran con las distintas estaciones, ya que se trataba del típico jardín de la sierra madrileña, de encinas y especies perennes, se intercaron especies autóctonas como las encinas preexistentes, se crearon zonas selváticas de especies exóticas como los bambúes, arces de varios tipos… y se trató de hacer una transición entre el jardín nuevo y el viejo, con grandes extensiones de sedum y crasas de 12 especies, pitosporum, nandinas, rincospernum, algún tamarindo y una catalpa.
Se cuidó espacialmente la iluminación, integrándola en la arquitectura y las plantas escogidas responden a las necesidades de los clientes.
El segundo encargo fue una escalera que sustituyera a la escalera de traviesas y cesped con las que se había resuelto el acceso principal a la vivienda, con una diferencia de cota de 4m. Planteamos una escalera compuesta por peldaños cuadrados grandes dispuestos de tal manera que obligaran al visitante a recorrerla con calma, para no darse cuenta del gran desnivel que estaban salvando.
La tercera intervención consistía en un mirador a la sierra y al campo de golf, planteamos un espacio de relax muy sutil, al final de una terraza de madera, rehundido en el suelo y ligeramente en voladizo hacia el campo, que recordara la sensación de ir en barco, que tanto les gusta a los dueños.
El desnivel de la parcela se suavizó con un despliegue de bancadas formadas por jardineras de acero y se prolongó con una extensa plataforma de madera en dos niveles, ligeramente elevada sobre el solárium de la piscina que es donde se sitúa el cenador. Consiguiéndose una perspectiva mejor desde la que observar la Sierra.
La forma de la piscina se mantuvo, pero se sustituyó el pavimento de alrededor y la albardilla por un solado de piedra Sierra Elvira al corte, ampliando la zona de solárium. Para suavizar la transición entre el solárium y la plataforma de madera se proyectó un murete de mallazo de acero y cantos rodados del color de la piedra.
La estructura del cenador se resolvió de la manera más liviana posible para cubrir la enorme luz, con acero tubular pintado. Sobre esta se colocó el toldo deslizante.
El mobiliario del cenador se integra en la propia plataforma de madera, de tal forma que un banco continuo se prolonga por el perímetro, como una bancada más, para ensancharse y convertirse en una cama de 3mx2m, en el centro aparece un mini jardín japonés a ras de suelo, con grava fina para poder rastrillarlo y cuatro arces miniatura. La mesa y la barbacoa se resuelven en chapón de acero barnizado de 20mm de espesor y el respaldo de la cama en chapa de acero plegada y barnizada.
Se cuidó espacialmente la iluminación, integrándola en la arquitectura, con los foquitos de los pilares diseñados para la ocasión, o las tiras de led ocultas que remarcan las líneas arquitectónicas y el mobiliario.
Las plantas escogidas responden a las necesidades de los clientes, intercalando especies autóctonas como las encinas preexistentes, se crearon zonas selváticas de especies exóticas como los bambúes, arces de varios tipos… y se trató de hacer una transición entre el jardín nuevo y el viejo, con grandes extensiones de sedum y crasas de 12 especies, pitosporum, nandinas, rincospernum, algún tamarindo y una catalpa